Para dar respuesta
a esta pregunta
primero tenemos que
ubicar al padre
de la murmuración.
¿Quién es el padre
de la murmuración?
Al profeta Ezequiel
se le reveló
cuál era el
papel que representaba
Lucero al contratar
seres celestiales para
que le siguieran
debido a su
incomodidad con Dios.
Podemos leerlo en
Ezequiel 28:15-16, donde
se enseña cómo
Lucero fue hallado
con maldad por
sus murmuraciones contra
Dios. ;
Esto lo constituyo
en padre de
sediciones, divisiones y
soberbias contra Dios
por envidia. Cuando
no entendemos algo
en los asuntos
espirituales, se manifiestan
dos niveles:
1.
El nivel
de la carne
y la niñez
en las cosas
espirituales. [1 Corintios
3:1-3]; esto sucede
cuando creemos entender:“a
cabalidad todo lo
de Dios”, es
estando en esa
condición que en
seguida levantamos la
voz contra el
cielo sin medir
las consecuencias.
2.
El nivel
de madurez espiritual
que observa, y
cuando no entiende
algo pregunta, acercándose
a las autoridades
que se supone
que tienen conciencia
de lo que
se les ha mandado a
hacer en la
obra.
Dios aborrece la
murmuración en su
pueblo porque sabe
quién está detrás
de las mismas;
por eso ordenó
diciendo: «No andarás chismeando
entre tu pueblo…».
[Levíticos 19:16]; entendamos
que lo segundo
que viene de
la murmuración es
el chisme. Primero
se murmura desde
la casa. «Y murmurasteis
en vuestras tiendas…». [Deuteronomio
1:27]. Y luego
se esparce el rumor entre
el pueblo y
se vuelve chisme.
[chisme1
1- nombre masculino
Comentario o
noticia no verificada que circula entre la gente, generalmente de carácter
negativo].
Muchas veces la
murmuración es el
vestido de la
envidia, acompañada de
la soberbia. «María y
Aarón, hablaron contra
Moisés a causa
de la mujer
cusita que había
tomado, porque él
había tomado mujer
cusita. Y dijeron:
¿Solamente por Moisés
ha hablado Jehová?
¿No ha hablado
también por nosotros?
Y lo oyó
Jehová». [Números 12:1-2].
Observemos que la
decisión de Moisés
de casarse en
Madián con una
gentil (No con
una judía), fue el pretexto,
para tocar la
vocación ministerial de
Moisés. Y hablaron
con soberbia ¿No
ha hablado también
por nosotros? Una
cosa que no
entendían era que
la unción profética
que estaba sobre
ambos (María y
Aarón), que fluía
sobre y dentro
de ellos procedía
de Moisés no
de ellos y que fue depositada
por Dios, al
tomar del espíritu
de Moisés. [Números
11:16-17, 25]. Sin
darse cuenta estaban
murmurando contra una
figura espiritual profunda, que
tipológicamente representaba al
profeta semejante a
él, que vendría
como estaba profetizado
en Deuteronomio 18:15-19;porque al
venir el Señor
Jesús como el
profeta semejante a
Moisés éste se desposaría
con el pueblo
gentil con quienes
continuaría la iglesia.
[Juan 6:14]. Otra
cosa que ellos ignoraban es, que
Dios no
enviaba de su
Espíritu de manera
directa sobre nadie,
sino a través
de la unción
que depositaba en
sus dirigentes principales. Murmurar
contra los escogidos
para misiones especiales, es
murmurar contra el
Dios que los
escoge, y escucha
toda murmuración contra
Él.
Por ejemplo, Saúl
sin ser profeta,
profetizó sencillamente porque
se expuso a
la unción de
Samuel ¡Por eso también profetizó
sin ser profeta! «… y cuando entres
allá en la
ciudad encontrarás una
compañía de profetas
que descienden del
lugar alto, y
serás mudado en
otro hombre. Entonces
el Espíritu de
Jehová vendrá sobre
ti con poder,
y profetizarás con
ellos, y serás
mudado en otro
hombre… Y cuando
llegaron allá al
collado, he aquí
la compañía de
los profetas que
venía a encontrarse
con él, y
el Espíritu de
Dios vino sobre
él con poder,
y profetizó entre
ellos. Y aconteció
que cuando todos
los que le
conocían antes vieron
que profetizaba con
los profetas, el
pueblo decía el
uno al otro:
¿Qué le ha
sucedido al hijo de
Cis? ¿Saúl también
entre los profetas?». 1
Samuel 10:5-11].
¿Qué debemos resaltar
de la experiencia
de María, Aarón
y Saúl? Que
ignorar que una
unción prestada, delegada
del dirigente hacia
el hermano servidor
puede provocar que
creamos que lo
que tenemos originalmente
al entrar a
la congregación es
por nuestra búsqueda
personal, por no
entender que primero
se comienza ministrando
con unción prestada
y debe existir
mucho respeto de
no tocar con
los labios a
quienes nos cubren
con su unción,
se necesita conquistar
mucha humildad para
reconocer que antes
no teníamos nada,
y que si algo
se está viendo
en nosotros, es
porque alguien compartió
su unción con
nosotros hasta que
se conquista la
unción propia.
De la labor del Señor Jesucristo
aprendemos que: Después
de la delegación
a los apóstoles
de ir a
hacer lo que
Él hacía, surge
la señal de
preparar obreros en
la viña con
discípulos, que luego
son enviados a
reproducir el mismo
estilo de vida
en el que
nacen como personas
idóneas en la
obra. «Entonces Jesús les
dijo otra vez:
Paz a vosotros.
Como me envió
el Padre, así
también yo os
envío». [Juan 21:20];
los envió a
hacer lo mismo
que Él hizo: 1).
Llamar, 2). Delegar y 3).
Enviar. [Mateo 10:5-10];
desde entonces la
llenura del Espíritu
Santo, y la
impartición de dones
y ministerios era
y es atribución
de los apóstoles,
quienes delegan a
sus discípulos hijos.
[Romanos 1:11; 1
Corintios 4:16; 1
Corintios 16:10]. El
proceso es el
mismo hoy porque
Jesucristo es el
mismo por los
siglos. [Hebreos 13:8];
de manera que
desde el primer
siglo hasta hoy: miembros
comienzan como ovejas, y
luego deben ser
discípulos efectivos, porque
al estar en
esa condición es
que se les
delega unción, palabra
y operaciones hasta
que nacen de
la unción y
pasan a ser
hijos operando como
sus padres. Y
definitivamente no es
nada sabio levantar
la voz contra
los padres mientras
ellos están en
la palabra de
la eternidad:
1.
Por tanto,
murmurar contra los
dirigentes es murmurar
contra el Dios
que los unge.
Sea uno que
murmure, o todo
el pueblo, su
murmuración es contra
el Dios que
elige a sus
dirigentes. [Éxodo 16:2,
7-9].
2.
Igualmente murmurar los
hermanos contra las
disposiciones impartidas por
Dios a sus
dirigentes llamados por
Dios, es murmurar
y chismear contra
el padre de
familia que es
Dios, quien llama
mayordomos para que
cuiden su casa.
«Porque toda
casa es hecha
por alguno, pero
el que hizo
todas las cosas
es Dios. Y
Moisés a la
verdad fue fiel
en toda la casa de
Dios, como siervo
para testimonio de
lo que se
iba a decir».
[Hebreos 3:4-6]; Dios
ahora tiene la
iglesia como su
casa y debemos
saber cómo conducirnos
en la iglesia
como bien se
lo dijo el
apóstol Pablo al
joven Timoteo cuando
le aconsejó desde la
cárcel: «… para que
si tardo, sepas cómo
debes conducirte en
la casa de
Dios, que es
la iglesia del
Dios viviente, columna
y baluarte de
la verdad». [1
Timoteo 3.15], en
su casa, finca,
huerto, viñedo es
Dios quien pone
mayordomos para que atiendan su
viña. [Mateo 20:11;
Efesios 3:15-16; Gálatas
4:1-2].
3.
Por todo
esto, debemos entender
que la raíz
de la murmuración
es la envidia,
murmurar es soberbia
que exalta la
falta de humildad
de preguntar cuando
no se entiende
algo. ¿Por qué
se murmura? El
apóstol Pablo dice
que es, por
tener un concepto
de nosotros más
alto de lo
debido. [Romanos 12:1-3;
Filipenses 2:3]; no
debemos olvidar que
este espíritu de
tener más alto
concepto de sí
mismo provoca divisiones
en la mente,
discusiones y finalmente
desorden enlas relaciones
que entristecen al
Espíritu Santo y
apagan su operación
en la iglesia.
[2 Corintios 12:20;
Efesios 4:30; 1
Tesalonicenses 5:19], las
murmuraciones son falta
de sensibilidad y
humildad que no
reconoce su verdadera
motivación: soberbia y falta
de humildad.
Ningún
ministro, mucho menos
ningún hermano quien
sea se libra
de la murmuración,
máxime si hemos
abierto puertas murmurando
ya sea los
ministros contra los
santos, y los
santos contra los
ministros. Por supuesto
que tenemos que
saber discernir cuando
lo que queremos
es hacer consulta
acerca de una
situación con algún
hermano dentro de
la congregación. Cuando
los ministros consultan
a sus superiores
en rangos ministeriales
por una situación
que no pueden
o no saben
cómo manejarla: ¡No
es chisme ni
murmuración: Es su
deber! Observemos que Aarón murmuró
contra Moisés seducido
por su hermana
María. ¡Pero después
murmuraron contra él! «Y se quejaron
contra Moisés y
contra Aarón todos
los hijos de
Israel». [Números 14:1-2].
Esta es la
ley de la
siembra y la
cosecha. ¡Ni Jesús
se libró de
la murmuración de
sus discípulos! «Al oírlas,
muchos de sus
discípulos dijeron: Dura
es esta palabra;
¿quién la puede
oír? Sabiendo Jesús
en sí mismo
que sus discípulos
murmuraban de esto,
les dijo: ¿Esto
os ofende?... Desde entonces muchos
de sus discípulos
volvieron atrás, y
ya no andaban con
él. Dijo entonces
Jesús a los
doce: ¿Queréis acaso
iros también vosotros?
Le respondió Pedro:
Señor, ¿a quién
iremos? Tú tienes
palabras de vida
eterna. Y nosotros
hemos creído y conocemos que
tú eres el
Cristo, el Hijo
del Dios viviente». [Juan
6:60-61, 66-69]. ¿Moraleja?,
quienes nacen de
tu visión difícilmente
te abandonan sino
que se dan
la oportunidad de
madurar a tu
lado.
Dr. Luis
Mercedes
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